Nunca entendí porque todos los viajeros aman Barcelona. Hasta que fui por segunda vez, y la mire con los ojos de una enamorada: mi hermana. Hasta que comí las tapas y los montaditos como se deben comer; hasta que saboreé las caminatas delineadas por el mar de un lado y el arte del otro, la ciudad no me parecía nada espectacular.

Barcelona me parecía una mezcla de todo sin gusto a nada. “Tiene su barrio gótico, pero para eso prefiero las callecitas góticas de Italia”, pensaba. Tiene su parte moderna, pero para eso me quedo con los edificios super-modernos de Londres. Tiene la costanera hacia el mar, pero hasta la costanera de Punta del Este me parecía más linda. Y tiene también su rambla, pero no le encontraba una gran diferencia con la peatonal de Córdoba. No encontraba en ninguno de esos componentes, ni siquiera en la arquitectura de Gaudí, un símbolo de su identidad.

Hasta me dí cuenta de que su identidad es precisamente esa. El cambio, el movimiento, la pluralidad de colores y sabores que conforman una ciudad despeinada por el mar y acariciada por una historia única. Pero como a veces una imágen vale más que mil palabras, quizá estos tres videos lo expliquen mejor:

1 Live the language.

2 Barcelona Go!

3 Dreamwalking Barcelona.

[vimeo http://vimeo.com/99401340]