Tierra. Mucha tierra, por todos lados. Y bocinas, las calles del Cairo son un enredo laberíntico de autos y peatones sólo guiados por un código implícito de orquestas y señas que va configurando una melodía frenética e imparable. “Cruzar la calle se parece a jugar al tetris”, me decía ayer una española que vive acá desde hace...