Son las 11 de la noche. Las estrellas salpican violentas el cielo negro de Dahab. No traje zapatillas deportivas, no tenia pensado escalar 2.000 metros en la madrugada, pero el recepcionista del hostel, como todo Egipcio, me ofrecio sin titubear y sin que lo pida, todo un equipo para la aventura. En pocos minutos llega...